Nos encontramos en el norte de la Comunidad Foral de Navarra ante una torre de aspecto muy llamativo ya que conserva su cadalso completo, lo que la convierte en una construcción singular, aunque en la Edad Media este tipo de estructuras eran muy frecuentes.

Los orígenes de esta torre, también llamada "casa de las tablas", no están claros aunque se sospecha que estén relacionados con el escudero Ochoa quien en el s. XV contaba con el favor de los reyes de Navarra. Sea como fuere su existencia se documenta ya en el año 1488. A mediados del s. XVI pertenecía a Tristán de Donamaría y a su esposa Isabel Cruzat quienes no residieron nunca allí, utilizando la torre y la finca para tareas agrícolas, función que se ha mantenido hasta hace unos cuarenta años cuando fue abandonada. Hoy está restaurada y es visitable, conservando además en su interior varios elementos de notable interés.

El edificio, construido en piedra, es de planta cuadrada y tiene cuatro alturas, las dos primeras construidas en piedra y las dos últimas son de madera, conformando el gigantesco cadalso que la corona y que le otorga una gran belleza.

Los cadalsos son estructuras de madera que se colgaban en voladizo por medio de vigas o ménsulas en la parte superior de una muralla o torre. Tenían aspilleras en el frente y en el suelo, facilitando de este modo el tiro vertical y aumentando así su capacidad defensiva. Como ya hemos dicho fueron muy abundantes en la E. Media y hoy en muchas torres y castillos se reconoce su arruinada estructura.

Texto Rafael Moreno García

Fotos Pablo Schnell Quiertant