A finales del siglo XIX, el gobierno de España tomó la decisión de proteger la frontera pirenaica con Francia, cuya defensa estaba descuidada y anticuada. Para ello y siguiendo la corriente de la época se planificó la construcción de conjuntos de fortificaciones cubriendo los valles por los que discurrían las principales vías de comunicación. Estos conjuntos fortificados recibían el nombre de campos atrincherados.
La torre fusilera de Canfranc era una de las fortalezas que constituían el campo atrincherado de Jaca, compuesto por varios fuert
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A finales del siglo XIX, el gobierno de España tomó la decisión de proteger la frontera pirenaica con Francia, cuya defensa estaba descuidada y anticuada. Para ello y siguiendo la corriente de la época se planificó la construcción de conjuntos de fortificaciones cubriendo los valles por los que discurrían las principales vías de comunicación. Estos conjuntos fortificados recibían el nombre de campos atrincherados.
La torre fusilera de Canfranc era una de las fortalezas que constituían el campo atrincherado de Jaca, compuesto por varios fuertes situados a lo largo del valle del río Aragón que controlaban la carretera entre Zaragoza y la frontera francesa en Somport, construida en 1876. Estos fuertes eran Rapitán, Coll de Ladrones y La Sagüeta, completados con la defensa intermedia de dos torres fusileras gemelas en Canfranc. Las obras en las torres se iniciaron en 1879, pero pronto el sistema defensivo quedó obsoleto. En 1910 una de las torres fue derribada cuando se construyó el túnel del ferrocarril, de forma que sólo se conserva una.
En la torre podemos apreciar los mismos elementos defensivos que en los otros fuertes, algunos de ellos medievalizantes, como el foso perimetral con puente levadizo o las aspilleras protegidas por matacanes. La guarnición prevista era de 25 hombres, que se alojaban en su interior, con dependencias específicas para el oficial al mando, botiquín y calabozo.
Junto a ella podemos apreciar algunos nidos de ametralladora que se construyeron en los años 40 del siglo XX como parte de la llamada “línea P”.
Texto y fotografías Pablo Schnell Quiertant