Nos alejamos del nucleo urbano, y por ende del río Ara, en dirección a la ladera de la montaña y enseguida nos sorprende la iglesia de San Pedro Apostol con su magnífica torre almenada, coronada por un campanario. El adjetivo que nos viene a la cabeza es el de recia: recia torre, recia iglesia y recias paredes.

También nos impresiona su gran tamaño para tratarse de una iglesia rural, pero no hay que olvidar que Broto fue en su tiempo paso estratégico y sede del Valle de Broto. Es curiosa su portada con cinco arquivoltas, dispuestas de forma que la entrada a la iglesia en sí queda a cubierto de sol, lluvia o nieve.

Entramos a este templo del siglo XV, en el que se funden gótico aragonés y renacimiento, y avanzamos hacia el altar para admirar su retablo barroco de gran belleza. Al alzar los ojos vemos las bóvedas de crucería y pensamos que esa era la intención de los que construyeron San Pedro Apostol, llegar con sus piedras a lo más alto.