En el barranco de Arpán, afluente del río Vero, se encuentra el único yacimiento conocido en Aragón con pinturas rupestres paleolíticas.
Se trata de un abrigo profundo, en el que la luz del sol penetra de forma indirecta. Su boca está orientada al este y frente a ella se localiza la fuente que da nombre a la cavidad.
En el Paleolítico, la cueva se utilizó como hábitat temporal en los meses menos fríos del año, ya que los grupos humanos accedían a este lugar tras seguir el movimiento de los animales salvajes que cazaban.
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En el barranco de Arpán, afluente del río Vero, se encuentra el único yacimiento conocido en Aragón con pinturas rupestres paleolíticas.
Se trata de un abrigo profundo, en el que la luz del sol penetra de forma indirecta. Su boca está orientada al este y frente a ella se localiza la fuente que da nombre a la cavidad.
En el Paleolítico, la cueva se utilizó como hábitat temporal en los meses menos fríos del año, ya que los grupos humanos accedían a este lugar tras seguir el movimiento de los animales salvajes que cazaban.
Sus paredes contienen pinturas del Paleolítico Superior (en torno a 22.000 a.C.) en negro y rojo, grabados rupestres y restos del que fue su lugar de asentamiento. Las últimas investigaciones y dataciones ofrecen cronología más antiguas para este conjunto.
Las sucesivas excavaciones han permitido recuperar diversos instrumentos tallados en sílex y cuarcita, así como restos de animales salvajes, como caballos. También se localizó un hogar calefactor con pocos paralelos en la Península Ibérica.
Dado que en la actualidad no es posible la visita de su interior, en el Centro de Arte Rupestre, en Colungo, existe una reproducción de la misma.